Las leyendas locales trazaban el origen de la maldición a un antiguo sacerdote que harto de los pecados y la indiferencia de la población maldijo todo aquel que tocase un árbol embrujado a perder la memoria al punto de olvidar incluso a sus padres y a sus hijos.
Desde entonces, la maldición se extendió por los municipios de los alrededores, pero fue Belmira siempre el núcleo desde el cual partió y en donde encontró su mayor fortaleza. Belmira, pueblo maldito, ciudad de pecadores.
O al menos, eso se creyó hasta hace relativamente poco tiempo.
Francisco Lopera y el Alzheimer
En 1982 un joven médico que se encontraba haciendo sus prácticas recibió un extraño caso: un paciente de apenas 45 con un avanzado caso de pérdida de memoria. El joven, llamado Francisco Lopera, realizó un diagnóstico relativamente rápido: se trataba de un caso de Alzheimer. Quedaba por explicar el extraño desarrollo de la enfermedad, que normalmente aparece a los 60 o 65 años.
Pero Lopera pronto quedó atónito ante la explicación: es un mal de todo el pueblo.
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