30 oct 2017

Campo Grande (Valladolid)



El tren llega a Valladolid en 1856 por la entrada principal de la ciudad, el camino de Madrid, por el Parque del Campo Grande. En esos terrenos propiedad del Ayuntamiento de Valladolid y que habían pertenecido al desaparecido Convento de San José, se construyó un edificio de viajeros provisional, de madera y de reducidas dimensiones junto con los talleres generales, que constituyó la primera gran industria de la ciudad.
Con el tiempo se vio la necesidad de construir una nueva estación sobre la anterior. El ingeniero francés Enrique Grasset, que trabajaba para la antigua Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, que explotaba la línea General del Norte o Imperial (Madrid-Irún), en la que se integraba la estación, fue el autor de su diseño, así como del de las otras estaciones de la línea, con las que guarda gran semejanza, como la estación del Norte de Madrid, la de Medina del Campo, Burgos o la antigua de Santander, destruida en el incendio que asoló la ciudad en 1941. Trabaja en Valladolid desde 1891. Para la definición del edificio tomó como referencia la longitud de un convoy, con algo más de 100 metros.
 

Boceto para el tímpano que se conserva en el Museo de la Universidad de Valladolid
Las líneas generales del proyecto siguieron las directrices del eclecticismo francés. La planta adopta forma de U. La fachada principal, que se configura como un arco triunfal, está realizada en piedra y en ella se abren tres grandes vanos que sirven de puertas de ingreso separadas por pilastras. En el ornato del frontón del cuerpo central intervino el escultor Ángel Díez, profesor de la escuela de Bellas Artes. En él el escudo de Valladolid aparece arropado por dos figuras femeninas de aproximadamente cuatro metros y que representan las dos principales actividades económicas del Valladolid de finales del siglo XIX: la industria, que se encuentra acompañada de una rueda dentada a su lado, y la agricultura, que porta una especia de colmena.
 

Marquesina de la estación.
El propio Grasset participa en el diseño de la marquesina de hierro y cristal que cubre el andén interior, las vías y que se sustentaba sobre pilares de fundición, vigas de celosía y ménsulas.
Otros muchos edificios complementan la estación, como los andenes para máquinas de aguas y los talleres ferroviarios. En ellos, en 1882 trabajaban 1095 empleados.
El 23 de diciembre de 2007 se puso en marcha la línea de Alta Velocidad que une Valladolid-Campo Grande con Madrid-Chamartín. La línea es utilizada por trenes Talgo de la Serie 102 de Renfe, apodados pato, que hacen el recorrido en 56 min a una velocidad máxima de 300 km/h, que más tarde se suplantaron con la Serie 112 de Renfe.
El 29 de septiembre de 2015 se puso en funcionamiento la Línea de alta velocidad Valladolid-Palencia-León dando continuidad a la Línea de alta velocidad Madrid-Segovia-Valladolid.












































29 oct 2017

Cementerio Municipal del Carmen



Entre los 200.000 cuerpos que se cree que descansan en el Cementerio del Carmen de Valladolid, se encuentran personajes ilustres de la historia de Valladolid y de España.
Entre los muros y las lápidas, se encuentran personajes de renombre como el escritor Miguel Delibes, único del ‘Panteón de las Personas Ilustres’ que descansa junto a su mujer. Como el diría y titulaba uno de sus más conocidos libros, La sombra del ciprés es alargada, y precisamente entre cipreses también descansan en este mismo panteón escritores como José Zorrilla, Rosa Chacel, Emilio Ferrari, Ricardo Macías Picavea o Vicente Escudero, que dan nombre a su vez a varias calles de la ciudad.
El Panteón de las Personas Ilustres, también esconde algunas curiosidades. Se inauguró con la sepultura de José Zorrilla bajo el nombre de Panteón de los Ilustres, tras un traslado de sus restos desde Madrid con una expectación multitudinaria, según narra Anta. Este nombre se mantuvo mientras tanto se enterraba a reconocidos escritores varones, hasta el fallecimiento de Rosa Chacel, cuando se retocó el nombre del panteón..
No solo hay escritores célebres entre los muros del Cementerio del Carmen. En él se encuentra el arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, autor el Pasaje Gutiérrez o del Colegio San José; también descansa Mariano Miguel de Reinoso, quien fue ministro de Fomento con Isabel II y el responsable de firmar el decreto en 1852 del trazado del ferrocarril entre Madrid e Irún para su paso por Valladolid. También recoge curiosidades como el hecho de que el ex alcalde de Valladolid en los años 60, Martín Santos Romero, está en la misma sepultura que el poeta Francisco Pino, al compartir lazos familiares comunes. Al igual que se encuentra en este cementerio vallisoletano el general Martínez Anido, ministro durante la primera etapa del franquismo y artífice de la Ley de Fugas.
En este gran cementerio, también se encuentran las sepulturas de familias importantes en la ciudad, como las familias Semprún, Gallegos, Ponce de León, Bonifaz, De Alba, Maquieire o Singler de Bustamante.
El Cementerio recoge «no solo a los antepasados, sino también esculturas», explica Anta, y es que entre sus muros hay figuras realizadas por Nicolás Fernández o de Luis Santiago Pardo, también autor de bustos dedicados a Rosa Chacel o Jorge Guillén, ambos en la plaza de Poniente.
Aunque el primer enterramiento se produce en septiembre de 1833, mismo año en el que se adquiere el terreno por el Ayuntamiento, la fecha de la entrada del cementerio data de 1843. Se desconoce por qué, al igual que en muchas de las sepulturas no se sabe lo que hay o no hay, afirma Anta. Y es que en algunas hay hasta 50 cuerpos, en otras se tiene constancia de que están vacías, y otras simplemente no se sabe o no se conoce a los propietarios.




















































































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