Vivimos en una pequeña finca, muchos kilómetros lejos del bullicio de la ciudad. Vivimos en paz y armonía, rodeados del silencio tranquilizador del campo. Desafortunadamente, las cosas han cambiado. Las ciudades están cada vez más invivibles, y las medidas que han hecho las administraciones públicas para combatir la inseguridad, han trasladado la inseguridad a lugares alejados como mi hogar.
Cada noche los ladrones, se llevan animales, cosechas, y lo peor del caso, es que no podemos andar por fuera hasta después de las 7 de la noche, o seguramente lo lamentaremos. Han envenenado a mis perros y nos tienen doblegados, temerosos e incapaces de hacer algo. Las políticas para combatir la delincuencia, sin lugar a dudas son insuficientes padre desesperado e impotente trato de defender a su familia, consiguió una escopeta, pero como se dice literalmente el tiro le salió por la culata. Fue golpeado, y atado en un palo, simulando un espantapájaros. Nosotros fuimos incapaces de ayudarlo, porque los delincuentes nos ataron en nuestra propia casa, y para añadir la perversión de la humanidad, nos golpearon, lastimaron y encima de todo nos robaron objetos valiosos; computadores, televisores, equipos de sonido, etcétera. Vi como ultrajaron a mi padre, a mi madre, a mi hermana, vi como quemaron nuestras cosechas y degollaron nuestro ganado.
Mi hermana y mi madre, pasaron varios días hospitalizadas, recibiendo atención médica y psicológica, yo fui dado de alta al otro día, pues mis lesiones no eran graves. Mi padre se llevó la peor parte: tuvo múltiples fracturas en costillas y brazos, hemorragias internas y una arteria se reventó en su cabeza, todo lo anterior lo llevo finalmente a la muerte.
Yo estaba abatido, adolorido, desecho, y en mi cabeza solo crecía un sentimiento, uno que siempre es común tener cuando suceden cosas así; yo estaba sediento de venganza, no me importaba cuantos hombres fueran, ni lo peligrosos que pudieran ser, tan solo quería hacerlos sufrir hasta que mueran. El problema de todo esto, es que puedes desear vengarte con todas tus fuerzas, pero pasar del deseo al hecho, es muy difícil, es un largo camino de transitar y una vez que lo pases, tal vez no encuentres retorno y tu alma se pierda. Mi difunto abuelo solía decir que existen muchos espíritus malos, que solo buscan un cascaron donde puedan habitar y ser terriblemente malos. Nunca entendí esa frase, hasta ese día, cuando rebuscando en sus cosas viejas, encontré una hoja de papel, en ella hablaba de crear recipientes para espíritus que harán lo que les órdenes. La idea se incrustó en mi cabeza y a pesar de que en la hoja no estaban consignados muchos detalles, existía el internet. Y ya sabes cómo es esto: escribes en el buscador una palabra clave, obtienes información y cada vez que especificas la búsqueda, te acercas a lo que buscas. Si eres paciente y un buen investigador, encontrarás lo que estás buscando. El ritual era fácil, primero había que escoger ropa, no importaba si fuera usada o nueva, y la talla dependía de que tan grande quieras tu monstruo. El siguiente paso, consistía en rellenar la ropa de aserrín o paja, colocarle una máscara, guantes y zapatos, también rellenarlos; además había que ponerle un corazón de algún animal (Yo escogí el de mi perro, la última víctima de esos malditos) y hacer una donación de sangre, preferiblemente propia. Finalmente lo puse en el palo, donde habían puesto a mi padre; recordé la aterradora escena y, si a mí me dio miedo, ese miedo lo iba a trasmitir a esos delincuentes. Recite un ritual, el cual llamaba a un espíritu a tomar posesión del muñeco, al principio no pasó nada, me asegure de hacer el ritual paso por paso como lo había encontrado en internet. No obstante nada pasaba, yo me sentía cada vez más idiota, por querer creer en una fantasía para niños.
Un fuerte aguacero cayó sobre mi casa. Las gotas chocaban con gran fuerza contra el cristal, temí que pronto los vidrios se hagan añicos. Antes de dormir recite el ritual nuevamente y un rayo se estrelló contra el espantapájaros. Al principio no pasó nada, pero luego pude ver como ese espantapájaros, regreso su mirada hacia mí, pensé que no pude tomar una máscara más aterradora, era blanca, su nariz era puntuda, en sus cuencas oculares habían dos círculos negros y su boca permanecía en una inquietante risa macabra, levantó su brazo derecho y un gran cuervo se posó en él. Después desapareció.
Me fui a dormir muy asustado, quería creer que todo había sido una pesadilla, y cuando estaba convenciéndome que no era real; alguien entró en mi cuarto: la puerta se abrió y cerró lentamente, me cubrí con la cobija de pies a cabeza, pero sentí que alguien me olfateaba, como cuando un perro busca narcóticos en las maletas de los viajeros en los aeropuertos. También sentí dos manos rosando las cobijas muy cerca de mí. Al cabo de unos minutos esa sensación desapareció. Luche por tranquilizarme y retire la cobija de mi cabeza, para poder ver que sucedía, mis ojos tardaron algunos segundos en acostumbrarse a la oscuridad y cuando finalmente lo hicieron no vi nada; me senté en la cama y no había algo en frente. Sin embargo, sentí una respiración gélida en mi oído derecho, regrese a ver y me encontré con un rostro blanco, que me miraba sin verme y me sonreía con esa inquietante sonrisa estática. Le tire la cobija encima y salí corriendo a refugiarme en el sótano, ahí pase la noche.
Al día siguiente y con la compañía de un imponente sol, recorrí la casa, el espantapájaros, estaba colgado en ese palo, pero cuando decidí asegurarme que haya sido un sueño, encontré un mensaje en mi habitación escrito con algo rojo: “Saciare tu sed de venganza y tu saciarás mi sed de sangre”. A mí solo me bastaba escuchar venganza para que lo demás se me olvide. La noche de ese mismo día, vi al espantapájaros cobrar vida, igual a la noche anterior. Desapareció de mi vista y no lo volví a ver. A la madrugada, ese ser entró a mi habitación, esta vez lo hizo de manera abrupta, la puerta se abrió de par en par y del golpe me desperté sobresaltado. Me senté en la cama y el monstruo estaba de frente, su rostro pálido estaba salpicado de sangre, agarró mi rostro con sus manos, las sentí frías y rasposas, y su sonrisa estática parecía más grande, finalmente me vi en sus ojos, en esa oscuridad me perdí.
Como imágenes de una película vi a un criminal, era el que me había golpeado y atado, estaba asustado, miraba a todos lados y apuntaba con un revolver, con el rabillo del ojo observa una figura negra acercársele, se desplaza levitando hacia él; el regresa a verlo apuntando con el revólver y ese ser desaparece. El hombre trata de tranquilizarse y baja el arma, y ahí cuando está más indefenso, el monstruo lo abraza, inmovilizándolo completamente, con su mano derecha saca su corazón. Veo por primera vez la boca del espantapájaros moverse, devora el corazón del hombre como si fuera un trozo de carne recién asado: después todo se torna oscuro y no veo nada más.
Una nueva escena se materializa ante mí. Veo un nuevo criminal, carga en su mano derecha una pistola y corre despavorido en un bosque, se cansa de correr y se refugia detrás de un tronco de árbol, respira rápidamente sosteniendo la pistola con ambas manos, cuando parece que el peligro pasa y el comienza a bajar la pistola, escucha ruidos provenir de la copa del árbol, se encuentra con aquel rostro pálido, quien desciende lentamente por el tronco como una araña rumbo a su presa, atrapada en su red. El hombre en un intento por sobrevivir levanta la pistola e intenta disparar, fue demasiado tarde porque ese ser ya está frente a él, arrancando su corazón.
Después de nuevamente ponerse todo oscuro, se emite una nueva imagen, dos hermanos huyen en una moto, no les importan las curvas cerradas, ni el pavimento resbaloso por la llovizna que caía, solo les interesaba huir lo más lejos de donde se encontraban. Debieron saber que escapar de esa cosa era imposible. Apareció como una visión ante ellos, el que manejaba perdió el control del vehículo estrellándose contra un árbol. Los dos lucían mal heridos, uno quería moverse y escapar el otro estaba paralizado, era difícil saber si por el golpe o el temor. El que se movía vio con terror como ese ser le arrancaba el corazón a su amigo y se lo comía. Luego sintió como ese ser se le montaba encima, arrancaba su reja costal y procedió a devorar su corazón.
Estaba aterrado con lo que estaba viendo, tal vez cuando pensé en venganza, no pensé en todo este horror. El ser soltó mi rostro y se desplazó a la ventana, no caminaba levitaba y al hacerlo emitía un sonido de viento pasando por una rendija. Llegó a la ventana y me señaló algo con su dedo, yo lentamente me acerque allí. Lo que mire hasta ahora no lo puedo borrar de mi mente, recuerdo que grite tan fuerte aquel día que sentí que mis cuerdas vocales se reventaban. Justo donde señalaba el espantapájaros, estaba el líder de la pandilla, empalado, atravesado por donde estaba su corazón, por el palo que había utilizado para atar a mi padre, y un par de cuervos se comían su rostro.
La policía me detuvo, pero la falta de pruebas en mi contra me exonero. Aunque debo decir que ese monstruo no me ha exonerado de alimentarlo. Hice todo esto por venganza, por lo que le hicieron a mi padre y a mi familia, pero ahora, si no lo alimentó el me matará. Lo he alimentado de vagabundos hasta la fecha, pero ya no quiero hacerlo más, he asesinado a tanos inocentes que me maldigo a mí mismo por haber despertado a esa bestia. Tomó un cuchillo, estoy decidido a hacerlo, voy a arrancarme el corazón, se lo dejare en bandeja de plata, para que se lo coma, y que él consiga otro idiota como yo, que sea capaz de alimentarlo.
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