Un antiguo pueblo de Reino Unido, Somerset, construyó puentes de piedra colocando grandes losas planas de roca en montones de piedras sin mortero o cemento, atravesando arroyos estrechos. A este tipo de edificación se le nombró como puente de badajo: el nombre se deriva de la palabra anglosajona cleac que significa “piedras de tender un puente sobre el paso a paso”, sugiriendo que los primeros puentes de badajo podrían tener sido losas de piedra puestas por encima de piedras existentes. La mayoría de construcciones datan del siglo medievo, aunque algunas tienen mucha más antigüedad. Uno de los puentes más famosos, situado en el Parque Nacional de Exmoor, en Somerset, en el río Barle, es el llamado Pasos de Tarr, que cuenta con 17 palmos y mide 55 metros de longitud. El puente se encuentra apenas encima del nivel del agua, con alrededor de un metro sobre la corriente en las condiciones normales del río. Las losas que hacen parte de Tarr pesan más de dos toneladas y cada año se deben hacer ciertas reparaciones debido a la fuerte afluencia del río. Nadie sabe a ciencia cierta cuantos años tiene el puente de Tarr. Varías teorías afirman que data de la Edad de Bronce, pero otros les ponen alrededor de 1400 d.c. No obstante, la historia que sí se ha esparcido como pólvora es la historia que narra que el Diablo fue el que construyó el puente.
Se dice que el Diablo tenía el puente exclusivamente como sitio para tomar el sol y que la gente de los pueblos aledaños no se atrevía a cruzarlo por miedo de lo que pudiera pasar si lo hacían. Con el fin de comprobar el peligro, un día los lugareños hicieron que un gato lo cruzara y vieron con horror como el pobre animalito era descuartizado por Lucifer.
La gente, aterrada sabía cuál sería su destino. Sin embargo, un párroco de la localidad decidió enfrentarse al diablo, logrando finalmente que el puente fuera accesible para todos los miembros de la comunidad. El diablo derrotado se derritió, no sin antes advertir que la persona que se atreviera a cruzar el puente cuando él estuviera tomando el sol tendría un peor fin que el del gato.
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