Recientemente se ha estrenado la película The conjuring, que llegó a nuestras salas de cine traducida como “Expediente Warren“, en la que se nos narra una historia basada en hechos reales aunque con algunos cambios sustanciales. Está basada en los extraños acontecimientos que rodearon al hogar de la familia Perron a finales de los años 70, y en la pareja de demonólogos que lo investigó, Edward y Lorraine Warren. También existe un libro acerca del caso titulado “Casa de la Oscuridad, Casa de la Luz” y que fue publicado en el año 2011.
La familia Perron, el matrimonio y sus cinco hijas (Andrea, Nancy, Christine, Cynthia y April), habitó en su casa de campo de Harrisville (Rhode Island) durante una década, entre 1970 y Junio de 1980. La familia afirmaba que la casa estaba habitada por varios espíritus, algunos de los cuales podían resultar peligrosos o violentos. En una entrevista hace pocos años afirmaron que los espíritus parecían especialmente enfadados con la señora Perron, quien sufrió extrañas heridas en varias ocasiones.
Sus testimonios hablan de ruidos inexplicables, puertas que se cierran y abren de golpe, lo que parecen voces de personas pero que siempre parecen sonar en otra habitación y una silla del vestíbulo que en ocasiones se mueve sola. A todo esto se unía que cada noche la puerta principal comenzase a hacer ruido, como si alguien invisible estuviese llamando. El único fenómeno visual que experimentaron fue una rara niebla azulada que cruzó el salón, ante la atónita mirada del matrimonio.
La presencia más inquietante era la de una supuesta bruja del siglo XIX llamada Betsabé Sherman, a la que los Warren identificaron como el espíritu más peligroso de la casa, y que dicen que sacrificó a su propio hijo al demonio. El hecho de que utilizase una aguja de hacer calceta para hacerlo y que en la pantorrilla de la señora Perron apareciese misteriosamente una herida de perforación dio a los Warren una pauta para asegurar que era obra de Betsabé, por la similitud de la herida de la pierna con la que dejaría tal instrumento. La señora Perron describió a esta entidad como una mujer con el cuello roto y la cabeza siempre inclinada de lado, con una cara espantosamente deforme en la que no se distinguían ojos ni boca.
La antigua residencia de los Perron fue vendida tras una explosión de la caldera, pero aun se mantiene en pie. Según cuenta la familia, la persona encargada de las obras de restauración huyó de la casa dejando atrás sus herramientas y equipo, y no volvió para reclamarlo. Curiosamente, la familia Perron no quiso abandonar la casa hasta que fuese exorcizada por un sacerdote, ya que en ella había ocurrido demasiadas muertes y suicidios en el pasado, aunque no todos los espíritus eran malvados o violentos.
El exorcismo no terminó con las presencias, ya que posteriores dueños de la casa han vivido en mayor o menor medida algún suceso inquietante, y nadie parece querer quedarse mucho tiempo en un lugar tan misterioso e inquietante.
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