Historia basada en una experiencia personal ¿Real? relatado por AITANA Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán
Desde que recuerdo siempre he sido despreciada y poco valorada. Apenas llegué a la adolescencia, busqué la atención masculina y el amor sin éxito. Esa conducta y las malas decisiones que he tomado en mi vida giran alrededor de mi obesidad. Mi maldita gordura me ha llevado por caminos tortuosos y a elegir mal. Sin embargo siempre he sentido esa necesidad de sentirme bonita y deseada, y pongo a prueba la atracción, que mis grandes proporciones pueden ejercer en los hombres. Desde jovencita a pesar de mi gordura, la lotería de la vida me premió con grandes senos y caderas redondas y bien formadas, que son las delicias de cierto tipo de hombres. Con el tiempo, las decepciones y los éxitos amatorios logrados provocaron que me volviera una mujer fácil. Los hombres me aprovechan y después me desechan sin siquiera preguntar mi nombre; pero todo eso cambió de una manera radical y generó un circulo vicioso del cual no puedo escapar. Mi inseguridad me orilló a tener muchos problemas sentimentales y en gran medida momentos amargos que hasta la fecha no he logrado superar. Quizá lo único positivo es que mi gordura atrae miradas y deseos. Mi principal atractivo aparte de mis curvas es mi rostro. Soy de piel blanca y tengo un rostro bien cuidado y la estatura necesaria para brillar y destacar entre muchas mujeres; pero en este mundo es inevitable que prefieran a mujeres esqueléticas y no niego que en veces, me siento deseosa de ser como esas chicas.
Cierto día salí a desayunar, no estaba de muchos ánimos y deseaba entretener mis penas, quizás conocer a alguien o ver a algún conocido que me ayudara a conseguirme un trabajo. No tengo ninguna profesión. A duras penas si había terminado la preparatoria y aunque durante un tiempo fui patrocinada por mis padres o novios. Estaba hastiada y necesitaba hacer algo y sentirme útil. No sé cuanto había caminado y me metí en un café. Estaba sumida en mis pensamientos cuando se acercó una persona a saludarme, su rostro me era familiar y mientras recordaba quien era; le sonreí con naturalidad, me tomó unos segundos reconocerlo, era un seguidor de Facebook con el que platicaba regularmente en un grupo de historias de miedo, hechicería y esoterismo; prácticas que me parecían fascinantes y quería aprender, para explotarlas. El hombre dentro del grupo decía ser maestro o brujo practicante de hechicería, a pesar de eso sabía que tenía dinero y era una persona madura e interesante, seguro de sí mismo. Cuando rozó mis manos y me di cuenta que no despegaba su mirada impúdica de mi generoso escote. En vez de molestarme; empecé a sentir inquietud y una excitación que comenzó a humedecer mi vagina a tal grado que al frotarse entre mis rollizos muslos sentía como sus labios lubricados por mis flujos resbalaban entre ellos.
Después de una charla de reconocimiento comenzamos la parte seria. El decía de su interés por involucrarme en un grupo donde hacían rituales de magia y curanderismo, cuyo fin era alcanzar la riqueza y el placer carnal, en prácticas que iban mas allá del entendimiento humano. Cuando me contó todo lo que hacían en el grupo y cuáles eran los fines, cierto calorcito me recorrió el vientre. Me invitó a comer y aunque al principio me negué, tenía hambre y terminé aceptando dada su insistencia. Minutos después, me sentía relajada, mi
ansiedad y el nerviosismo había quedado atrás mi hambre saciada y mi sed calmada con margaritas que comenzaban a hacer efecto.
Las barreras morales que aun quedaban en mi, comenzaron a caer una por una; mi mente y cuerpo se abrió a la posibilidad de tener sexo con aquel hombre extraño. Ese pensamiento me incitaba a tener deseos lascivos que me recorrían todo el cuerpo desde el tremendo ardor sobre el que estaba sentada. La conversación transcurría entre explicaciones de planos de la existencia, brujas y demonios, mientras fumaba, bebía y mantenía mi interés en él sin restricciones. Intuía que el momento de pagarle se acercaba; pero imaginaba como.
Entonces dijo algo que rompió mis expectativas: Me contó que los miembros del grupo al que denominaba “el culto” intentaban contactar con unos demonios para complacerles en todo lo que deseaban. Su meta era negociar con uno cuyo nombre no comprendí de inmediato y que su función era el placer carnal y el aumento de los sentidos. Y que necesitaba jóvenes como yo de tallas grandes y resistentes, para poder realizar un ritual sexual como una forma de llamar a esos demonios. Si estaba dispuesta a hacerlo además de aprender me pagarían bien. Además de la posibilidad de pertenecer al “culto”. Después de escuchar esa propuesta la ambición y el deseo inherente que me produjo el pensar que, además de ser usada sexualmente me pagarían. Las supercherías de ese tipo no me compraban más, supuse que su grupo era de esos fracasos swingers en donde copulaban hombres feos con mujeres aun mas feas; pero la promesa de dinero fácil casi me convence de inmediato.
El tan solo pensar en aquello me era profundamente erótico. Entonces tantos mis ángeles como demonios internos se peleaban ferozmente. En mi mente pensaba que había otras formas de conseguir dinero y que de ninguna manera me vendería a los deseos lujuriosos de varios; pero mi cuerpo estaba seducido por mi propensión al placer carnal riesgoso Con pretextos intenté negarme; pero al final cedí alimentada por la curiosidad y la lujuria. Me dejé conducir sin voluntad, como siempre. Pagó Ia cuenta y a pesar del poco dinero que pagó por el almuerzo y unas margaritas. Me sentía bien pagada por haber sido salvada de la rutinaria apatía de la quizás jamás hubiera escapado por mis propios medios.
Me van a coger por un almuerzo y unas margaritas”, pensé en mis adentros.
Manejo por la avenida hacia el centro, nos dirigíamos a uno de los edificios viejos de su propiedad en donde su “sociedad secreta” nos estaría esperando para hacer los rituales de magia negra y llamamientos. En el trayecto no nos dirigimos la palabra, estaba algo nerviosa; miraba la gente esperando transporte cuando sentí su mano meterse entre mis piernas. Sentí como los pelos de la nuca se me erizaban y mis pezones se pusieron duros. Me levantó la falda que llevaba y comenzó a sobar mis muslos mientras manejaba.
La vulgaridad y la alevosía con la que actuó, me hizo sentir una sórdida sensación, vergonzosa y denigrante; que me causó una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. El recorrido de sus dedos sobre mi piel me causó repulsión y un voluptuoso cosquilleo en mis entrañas me hizo querer bajarme y correr; pero a la vez un oleaje de humedad arremetía en mis pantis. Cuando al fin llegamos al edificio, Io lúgubre y descuidado del lugar me decepcionó un poco; pero ya estaba ahí y quería ver de qué se trataba.
Mi sentido de conservación no me importó mucho en ese momento. Así que caminamos por un largo y obscuro pasillo hasta una gran galera en donde había sillas y mesas como para asambleas. AI caminar un poco más nos metimos en un gran cuarto donde había varias personas de aspecto algo siniestro que vestían túnicas negras y parecían estar esperándonos. Algunos al verme se relamieron los labios como imaginando el festín que tendrían conmigo.
Había algunas mujeres que de igual manera me vieron con morbo y lo extraño es que todas parecían de mi talla con grandes proporciones. La habitación era muy extraña, sobre las paredes había grandes cortinas negras con símbolos raros y candelabros con veladoras encendidas cuya luz le daba un ambiente siniestro. Sobre el piso había pintada un pentagrama con mas símbolos raros y al fondo había una gran mesa de concreto con un libro enorme y mas veladoras. Sentado frente a esa mesa estaba una enorme estatua de un demonio que no logré identificar; pero era horrible y parecía cobrar vida cada que lo observabas. Todo aquello me puso nerviosa y antes de que pudiera decir algo.
Aquel tipo que me había llevado ahí me condujo a una pequeña oficina en donde había un escritorio, un sillón y una cámara de video sobre un tripié. Pensando que quizás habrían de filmar la copulación, me puse tensa. El hombre salió y el silencio me era incómodo. Luego de un rato entró otro hombre de apariencia pulcra y vestido con una túnica blanca, su rostro era apuesto y era alto. Me comenzó a decir que era Io que hacían allí, cosa que ya sabía. Luego de una larga charla acerca de mí y mis creencias. Me dijo que estaba ahí para participar de un ritual sexual en donde el demonio que estaba en la galera habría de cobrar vida y cumplir los deseos de todos.
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