18 jul 2018

Mi Historia de terror en la Cruz Roja



Debo decir que no me ha sucedido nada a partir de esa época en donde trabajaba como voluntario en la Cruz Roja, pero hasta la fecha no he podido explicar ciertas situaciones.
En la unidad donde laboraba, siempre sucedían cosas extrañas, se escuchaba como apaleaban arena, se escuchaban pasos, a veces debíamos dormir dentro de la ambulancia y comenzaba a moverse, también a ciertas horas de la madrugada se llenaba la delegación de un olor muy repugnante, que siempre lo achaqué a la poca higiene de algunos compañeros. Incluso, por tales situaciones hacíamos bromas al respecto y hasta bautizamos a nuestro “fantasma” como “La picada” debido a que todo se desencadenó a partir de que llevaron a una mujer que fue apuñalada por su marido y falleció en el lugar. Todo era cotidiano y no nos espantaba en realidad, sólo nos causaba intriga por saber qué era lo que causaba dichos fenómenos. Yo cubría mi servicio los fines de semana por las noches. Los roles de guardia se sorteaban, y mientras uno se quedaba en el radio para cualquier eventualidad, el resto se iba a dormir. Ese día, mi guardia me tocó a las 2 o 3 de la madrugada, no lo recuerdo bien, pero el operador de la ambulancia me hizo compañía, nos encontrábamos jugando cartas y platicando cuando tocaron la puerta. El operador fue quien se levantó a abrir y recibir a un joven de aproximadamente 25 años. Se encontraba en estado de ebriedad y bastante desaliñado. Me dijo un poco alterado que él iba caminando y vio como un automóvil se había accidentado al bajar un puente, pero que al volcarse, había quedado el auto escondido entre un montón de arbustos, que nadie lo iba a poder ver, y que por eso nos iba a avisar.
Como requisito ante cada reporte de accidente se debe levantar un parte por escrito, es decir, tomar los datos de la persona y su descripción de los hechos con el fin de evitar falsas alarmas. Así que tomé sus datos, le di las gracias y se fue….. Me apresuré a despertar a los compañeros a quienes les tocaba salir a servicio y salieron. Obviamente el operador se fue con ellos y yo quedé completamente solo en la delegación.

Pasó el tiempo sin novedades, aproximadamente una hora después me hablaron por el radio para indicarme que ya iban de regreso a la unidad, pues el conductor del auto había fallecido, y en esos casos el levantamiento del cuerpo y demás trámites le corresponden a la SEMEFO.
Cuando llegaron, entraron todos menos el operador, pregunté por él y me dijeron que se había quedado en la ambulancia y volvieron a la recámara para seguir descansando. Pensé que el operador entraría detrás de ellos, pero aún tardó un poco en entrar, me dio curiosidad por saber lo que hacía y salí a buscarlo. Fue cuando lo vi recargado en la ambulancia, fumando un cigarro y con un semblante de miedo. Le pregunté que le sucedía y me dijo:
-¿Viste bien al chico que vino a tocarnos?¿Tienes el parte?¿Cómo se llamaba? – Contesté a todo afirmativamente.
Y me dijo algo que me heló la sangre. Pues no lo vas a creer, pero era el 14 (MUERTO) del accidente. La doctora dijo que la muerte fue instantánea, pues se le rompió el cuello, iba hasta “la madre” de borracho.
Comparamos los dos partes y efectivamente, era la misma persona.
Nunca supe lo que pasó, yo no lo vi físicamente, pero los datos coincidían y el operador si tuvo la experiencia de hacerlo. Aún me cuesta creerlo, pero se los dejo como la anécdota sin respuesta más intrigante de mi vida.

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