14 jul 2018

Un asesinato de la alta sociedad



Una guerra fratricida por el control de un imperio empresarial. Intrigas familiares en la alta sociedad de provincias. Ese es el trasfondo del crimen de María del Carmen Martínez, viuda del que fuera presidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo Vicente Sala, la matriarca del clan, del que este 9 de diciembre se cumple un año. Uno de los yernos de la víctima, Miguel López, único sospechoso, sigue investigado por asesinato y tenencia ilícita de armas, pendiente de un juicio con jurado que podría no celebrarse nunca. A estas alturas del proceso, todavía en fase de instrucción, hay quienes auguran que el caso será archivado por la debilidad de las pruebas. El presunto asesino pasó 39 días en prisión preventiva, tras pagar una fianza de 150.000 euros. La policía está convencida de que fue él quien descerrajó dos disparos a bocajarro a su suegra aquel viernes de otoño, sobre las 18.30 horas, en el lavadero de coches de Novo car, el concesionario propiedad de los Sala que él mismo regentaba. La investigación policial, tal y como recoge el sumario, aporta una veintena de indicios incriminatorios en su contra, pero ninguna prueba directa. Los agentes no han hallado restos biológicos que se correspondan con su perfil genético en la escena del crimen. Y tampoco ha aparecido el arma homicida, una pistola de principios del siglo XX con balas modificadas artesanalmente.
La hipótesis policial, que la fiscalía ha hecho suya, sostiene que Miguel López ensayó el asesinato de su suegra cuatro días antes en el mismo lugar donde pensaba tirotearla. Pretendía evitar así que la mujer, de 72 años, cediese a su hijo varón, Vicente Jesús Sala, el primogénito de la saga, la llamada acción de oro de Samar Internacional SL, que le confería poder decisorio en la joya de la corona del grupo familiar, una multinacional del sector del plástico que facturó 240 millones de euros en 2016.
El empresario y su madre formaban un bloque homogéneo dentro de la familia, enemistado con el que integran las otras tres hijas del expresidente de la CAM (Mar, Eva Fuensanta y Antonia), sus respectivos maridos y sus hijos. La tensión se había disparado en los meses anteriores a la muerte de la matriarca, en dos juntas de accionistas celebradas en junio y agosto. En la primera, las tres hermanas, con la misma representación por separado que su hermano y su progenitora, habían destituido al primero como presidente del consejo de administración. En la segunda, María del Carmen Martínez había hecho valer la citada acción de oro para cederla, como quería su esposo, a su hijo varón, al que nombró administrador único de Samar.
Vicente Sala Belló, el padre, un empresario hecho a sí mismo, falleció el 23 de agosto de 2011, tras ocupar la presidencia de la CAM once años (1998-2009) y legar a su familia un floreciente emporio empresarial construido a partir de la Compañía Española de Resinas. En su testamento, el patriarca repartía sus acciones en el holding de forma equitativa entre su mujer y sus cuatro hijos, pero a ella le legó la polémica acción de oro, la participación social número 1, para que la utilizara forma fiduciaria hasta su propia muerte, cuando habría de pasar a manos de su primogénito.
La guerra judicial que mantienen Vicente Sala hijo y sus tres hermanas se ha recrudecido desde el asesinato de su madre. El hijo de María del Carmen, administrador de Samar, ejerce la acusación particular en el proceso penal por el crimen y llegó a pedir que su cuñado permaneciera alejado de él dentro de la finca familiar que todos los hermanos comparten en la pedanía alicantina de la Santa Faz. Las tres chicas también están personadas en el proceso como acusación, aunque solo se han pronunciado a través de su abogado en una ocasión para pedir que Miguel López, marido de Eva Fuensanta, la pequeña, fuera exculpado de inmediato.
Al mismo tiempo, ambas partes han cruzado demandas en las jurisdicciones civil y mercantil relacionadas con el testamento paterno y el control de la acción de oro. En el marco de uno de esos pleitos, un magistrado rechazó hace unos días prohibir provisionalmente a las hermanas que transmitan acciones a favor de sus maridos e hijos, como pedía el primogénito.
Un año después del asesinato que concitó la atención mediática de todo el país, las dudas sobre el desenlace judicial del caso persisten. Los alicantinos continúan hablando del crimen en los cafés y las reuniones de amigos, buscando paralelismos entre la familia Sala y los marqueses de Urquijo o con el guion de Falcon Crest. A menudo, las opiniones discrepan sobre la autoría del asesinato, pero siempre coinciden en una visión pesimista, cuando no compasiva, sobre la miseria moral que puede llegar a anidar en las altas esferas. En la alta suciedad, como la bautizó en una de sus canciones el músico argentino Andrés Calamaro.

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