Quizá en más de una ocasión te has parado delante de un cuadro del genial pintor Francisco de Goya y has admirado su maestría con los pinceles. Quizá en alguna ocasión has visitado la madrileña Ermita de San Antonio de la Florida, admirado sus frescos y mostrado tus respetos ante la tumba del pintor. Y quizá no sepas, que el cuerpo que reposa en esta tumba, carece de cabeza.
Como buenos escapistas nos encantan los misterios, sobre todo si están relacionados con Madrid. Y este nos trae de cabeza. Nunca mejor dicho. Si queréis acompañarnos por los datos y pruebas de uno de los mayores misterios de Madrid, sois bien recibidos. Goya muere en abril de 1828 y es enterrado en una cripta en Burdeos, ya que era a ciudad donde residía. 61 años después, el cónsul español en Burdeos, Joaquín Pereyra, en sus visitas a la tumba de su esposa en el cementerio de Burdeos, descubre la sepultura de Goya. El pintor había sido enterrado junto a su consuegro Martín Miguel de Goicoechea. Inmediatamente se inician los trámites para su exhumación y traslado a España.
Pero al exhumar el cuerpo, se comprobó que no tenía cabeza. Y el honorable cónsul tuvo que enviar un telegrama a España que decía: “Esqueleto Goya no tiene cráneo”. A lo que las autoridades españolas contestaron: “Envíe Goya con cráneo o sin él”. Y así llegó el cuerpo de Goya a España en 1899. En un primer lugar se le enterró en el cementerio de San Isidro, pero en 1919 se trasladaron sus restos a la sepultura actual: bajo el altar mayor de la Ermita de San Antonio de la Florida, junto a la ribera del Manzanares.
Pero volvamos a nuestro misterio ¿Qué paso con la cabeza de Goya? Os podéis imaginar que teorías hay para todos los gustos.
La hipótesis con más seguidores es que la tumba del pintor fue asaltada en Burdeos para robar el cráneo y hacer estudios frenológicos. Y es que la frenología, que es la ciencia que estudia la personalidad a través de los rasgos del cráneo, estaba muy de moda en aquella época. Sobre todo porque se utilizaba para estudiar tendencias criminales.
Siguiendo esta hipótesis, hay quien afirma que fue el propio Goya el que donó su cabeza a su amigo Jule Laffargue para que hiciera un estudio frenológico una vez muerto. Un cuadro de Dionisio de Fierros, nos ofrece otra de las teorías de este misterio. Este cuadro, conservado en el Museo de Zaragoza, tiene una inscripción en su parte trasera que dice “El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849”. Es decir, parece que el cuadro se pintó con el modelo original (el cráneo de Goya). Lo que no se sabe es como llegó al estudio. Pero esta teoría no acaba ahí. Uno de los hijos de Fierros se fue a estudiar medicina a Salamanca y parece que se llevó el cráneo con él, sin saber a quien pertenecía. Y aquí viene lo mejor: parece que utilizó el cráneo para ahuyentar a un mastín que le perseguía un día por la calle. La cabeza de Goya acabó en las fauces del perro. Quien lo iba a imaginar.
Existe una última teoría y es que el propio Goya pidió que su cabeza reposara junto a la Duquesa de Alba. El caso es que nunca se ha sabido con certeza que ocurrió con la cabeza de uno de los mejores pintores de nuestro país. Lo único cierto, es que Goya perdió la cabeza y nunca más se supo.
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