En el año 1494 los monarcas Fernando e Isabel pasaron una larga temporada en Madrid. En uno de esos recorridos por la villa, la reina sintió sed y pidió agua en su taller alfarero. El tío Daganzo era el dueño, este era viudo y tenía varios hijos. Su hija Sancha fue quien tuvo el honor de traerle el agua en una alcantarilla a la reina. La reina quiso recompensarla y mandó a su escudero que cogiera la vasija, llenarla tres veces y vertiera el agua por el camino. Una vez cumplida la orden, la reina le dijo a Sancha :
Coged y volvedme llena esa vasija tres veces con fino chorro vertedla mientras andáis, y el terreno que señala, dote sea que quiebre la pesadumbre de la gentil alfarera.
Y todo este terreno humedecido, paso a llamarse Darganzuela,
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