Las víctimas del brutal asesinato fueron Manuel Zapata, capataz de la finca, y su mujer, Juana Martín, embarazada de seis meses, asesinados a golpes con una pieza de acero y posteriormente calcinados en el cobertizo del cortijo. Sobre sus camas y con el rostro irreconocible por los golpes producidos, aparecen los cuerpos de José González, tractorista, y su esposa, Asunción Peralta, golpeados con otra pieza distinta a la de Zapata y Martín. Fuera, en una cuneta, aparece Ramón Parrilla, también tractorista, muerto con los brazos destrozados en un vano intento de protegerse de los disparos de una escopeta. Todo apunta a que este último perdió la vida por aparecer por sorpresa en el momento equivocado.
El crimen fue todo un escándalo y la brutalidad de los asesinatos no solo conmocionó (y marcó durante años a los vecinos de Paradas, el pueblo más cercano, donde todos los vecinos se conocían, sino a España entera. Se sospecha que la mala ejecución de la investigación, donde se barajó desde el crimen "pasional" hasta el tráfico de drogas, convirtió el caso de Los Galindros en un crimen perfecto, al no poder llegar a determinarse qué sucedió en realidad ni quién es el culpable.
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