El 25 de febrero de 1957, un universitario que pasaba por una zona boscosa cerca de Filadelfia encontró el cuerpo de un niño, de entre 4 y 6 años de edad, envuelto en una sábana y metido en una caja común de cartón. Llevaba allí entre tres días y tres semanas, estaba desnudo, cubierto de golpes y le habían cortado el pelo, probablemente, después de morir.
La policía llenó la región de carteles solicitando información sobre la identidad del niño, buscando si se había denunciado la desaparición de algún chico que encajara en su descripción, y se rastreó la procedencia de la caja en la que había sido encontrado. Ninguna de estas pesquisas dio sus frutos. A día de hoy, no se sabe todavía quién era aquel niño. Se le tomaron muestras de ADN años más tarde para buscar algún familiar, pero tampoco han dado resultado.
La policía llenó la región de carteles solicitando información sobre la identidad del niño, buscando si se había denunciado la desaparición de algún chico que encajara en su descripción, y se rastreó la procedencia de la caja en la que había sido encontrado. Ninguna de estas pesquisas dio sus frutos. A día de hoy, no se sabe todavía quién era aquel niño. Se le tomaron muestras de ADN años más tarde para buscar algún familiar, pero tampoco han dado resultado.
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