15 mar 2015

Monasterio de Arlanza


Las ruinas del monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza se hallan a unos 45 kilómetros al sureste de Burgos. Casi equidistante de las localidades de Hortigüela y Covarrubias a orillas del rio Arlanza y en plena sierra de las Mamblas.
Visité el lugar a la vuelta de unos días en Santo Domingo de Silos, en una lluviosa mañana de Junio en que llegó a caer un poquito de aguanieve. Ver aparecer de pronto la torre del monasterio a la salida de una curva, es una sensación difícil de describir.
El lugar considerado la Cuna de Castilla, es una de las más destacadas "gloriosas ruinas" de nuestro vasto patrimonio. En su origen comparte leyendas fundacionales con otros lugares de similares características en la reconquista del territorio. Me viene a la cabeza el paralelismo con San Juan de la Peña en Aragón. Aquí es el conde Gonzalo Fernández quien persiguiendo un jabalí, se encuentra con los monjes eremitas que viven en cuevas próximas y que le auguran victorias sobre los musulmanes en su labor de reconquista. En 912 promueve la fundación de un monasterio en este lugar junto con su esposa Muniadona (condes de Lara)
Su hijo, el conde Fernán González (930-970) quien sería el primer conde independiente de Castilla continuó su devoción por el lugar, realiza donaciones al monasterio, que pasa a ser su preferido, hasta el punto de que se hace enterrar el él al igual que su esposa Sancha. Aquí reposaron hasta que en 1841, tras la desidia post-Mendizabal hubieron de ser trasladados a Covarrubias.
Los monjes difundieron leyendas interesadas en le sentido de que los huesos del conde se removían en el sepulcro cada vez que se libraba batalla contra los infieles. En otro sentido, también legendario, se atribuyó fundación del lugar a Recaredo, invocando aquí el posible lugar de entierro de Wamba. No hay dato alguno que lo avale, ni desde el punto de vista documental ni arqueológico.
Gracias a epigrafías desaparecidas, se sabe que el actual templo fue iniciado en 1080 (Era 1118) y que "Guillermo y su padre Ostem hicieron esta obra gobernando el abad Vicente".
El templo fue uno de los proyectos más ambiciosos en su planteamiento y fábrica en la España Condal del siglo XI. A pesar de todo lo apuntado, su situación de ruina y secular abandono es francamente deprimente. En la actualidad se atisban tímidas actuaciones de recuperación.
En su devenir sufrió sucesivas reformas que variaron su inicial aspecto. Luego, incendios, derrumbes, desamortización, expolios y desidia lo han puesto en la situación de "lugar mágico y romántico" en que lo hallamos. A pesar de ello, lo que resta de su etapa de esplendor es tanto y tan significativo, que es obligada su detenida visita. Cabecera, torre, parte de la nave y sala capitular, son algunos de los vestigios de estos primeros momentos de gloria.
El templo se planteó según un ambicioso proyecto a base de tres naves paralelas de cuatro tramos cada una de ellas sin transepto y acabadas en sendas cabeceras absidales a oriente. Cuarenta metros mide aproximadamente su eje este-oeste. De sus naves quedan las tres parejas de bases sobre las que se alzaban pilastras de sección cruciforme con semicolumnas adosadas. Podemos verlas con sus basas áticas, como hitos entre la maleza que crece por todas partes.
En altura estas semicolumnas rematarían en capiteles y arcos fajones y formeros. Al parecer, la nave del templo cubrió inicialmente con techumbre de madera. Los vestigios que podemos apreciar hoy corresponden a los apeos de una cubierta del XV elaborada en otra de las muchas reformas habidas en este lugar.
Adosada al muro del arranque de la nave norte se edificó una torre algo más tardía que la cabecera. Dos plantas en origen, y recrecida con un cuerpo de campanas a finales del XV, en la reforma llevada a cabo por Simón de Colonia y que afectó al ábside central, removiendo su bóveda para elevarlo y cubrirlo por medio de bóveda de cuatro nervios en clave gótica, que requirió añadir contrafuertes al exterior para equilibrar loe empujes de la nueva situación.
Al lado sur de las naves, existió un claustro románico edificado en la segunda mitad del XII con sus dependencias claustrales de las que solo resta vestigio de la sala capitular distribuida en dos niveles de cronologías sucesivas (Inferior: segunda mitad del XII y superior hacia 1200). El actual claustro, de mayores dimensiones que el original, corresponde a la reforma del XVII.
Contó en templo con cinco puertas, siendo la principal la situada a poniente, trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895. La veremos más adelante con sus bellos detalles decorativos. Decoraban los ábsides y sala capitular frescos del XIII del maestro Endestens a base de animales mitológicos. Parte de los mismos se hallan en el Museo Metropolitano de Nueva York y Museo Nacional de Arte de Cataluña. En Burgos se halla el sepulcro llamado de Mudarra. Y muchas otras de sus bellezas se habrán difuminado tras siglos de expolio.














































Gracias por la compañía de Tania y Miguel!!!

3 comentarios :

  1. Un resultado mejor del que yo esperaba...

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  2. Interesantes fotos , es muy bonito ver el paisaje que le rodea

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  3. Pues si Susana son muy bonito el paisaje que lo rodea, ya he visto que asunido a mi marido a tu blog, un saludo.

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