16 dic 2015

El cuartelillo


Los caballos negros son. 
Las herraduras son negras. 
Sobre las capas relucen 
manchas de tinta y de cera. 
Tienen, por eso no lloran, 
de plomo las calaveras. 
Con el alma de charol 
vienen por la carretera. 
Jorobados y nocturnos, 
por donde animan ordenan 
silencios de goma oscura 
y miedos de fina arena. 
Pasan, si quieren pasar, 
y ocultan en la cabeza 
una vaga astronomía 
de pistolas in concretas.

     ¡Oh ciudad de los gitanos! 

En las esquinas banderas. 
La luna y la calabaza 
con las guindas en conserva. 
¡Oh ciudad de los gitanos! 
¿Quién te vio y no te recuerda? 
Ciudad de dolor y almizcle, 
con las torres de canela

  Cuando llegaba la noche,

noche que noche nochera, 
los gitanos en sus fraguas 
forjaban soles y flechas. 
Un caballo malherido, 
llamaba a todas las puertas. 
Gallos de vidrio cantaban 
por Jerez de la Frontera. 
El viento, vuelve desnudo 
la esquina de la sorpresa, 
en la noche platinoche 
noche, que noche nochera.
 La Virgen y San José 
perdieron sus castañuelas, 
y buscan a los gitanos 
para ver si las encuentran. 
La Virgen viene vestida 
con un traje de alcaldesa, 
de papel de chocolate 
con los collares de almendras. 
San José mueve los brazos 
bajo una capa de seda. 
Detrás va Pedro Domecq 
con tres sultanes de Persia. 
La media luna, soñaba 
un éxtasis de cigüeña. 
Estandartes y faroles 
invaden las azoteas. 
Por los espejos sollozan 
bailarinas sin caderas. 
Agua y sombra, sombra y agua 
por Jerez de la Frontera.

         ¡Oh ciudad de los gitanos! 

En las esquinas banderas. 
Apaga tus verdes luces 
que viene la benemérita. 
¡Oh ciudad de los gitanos! 
¿Quién te vio y no te recuerda? 
Dejadla lejos del mar, 
sin peines para sus crenchas.

          Avanzan de dos en fondo 

a la ciudad de la fiesta. 
Un rumor de siemprevivas 
invade las cartucheras. 
Avanzan de dos en fondo. 
Doble nocturno de tela. 
El cielo, se les antoja, 
una vitrina de espuelas.

    La ciudad libre de miedo, 

multiplicaba sus puertas. 
Cuarenta guardias civiles 
entran a saco por ellas. 
Los relojes se pararon, 
y el coñac de las botellas 
se disfrazó de noviembre 
para no infundir sospechas. 
Un vuelo de gritos largos 
se levantó en las veletas. 
Los sables cortan las brisas 
que los cascos atropellan. 
Por las calles de penumbra 
huyen las gitanas viejas 
con los caballos dormidos 
y las orzas de monedas. 
Por las calles empinadas 
suben las capas siniestras, 
dejando detrás fugaces 
remolinos de tijeras. 
En el portal de Belén 
los gitanos se congregan. 
San José, lleno de heridas, 
amortaja a una doncella. 
Tercos fusiles agudos 
por toda la noche suenan. 
La Virgen cura a los niños 
con salivilla de estrella. 
Pero la Guardia Civil 
avanza sembrando hogueras, 
donde joven y desnuda 
la imaginación se quema. 
Rosa la de los Camborios, 
gime sentada en su puerta 
con sus dos pechos cortados 
puestos en una bandeja. 
Y otras muchachas corrían 
perseguidas por sus trenzas, 
en un aire donde estallan 
rosas de pólvora negra. 
Cuando todos los tejados 
eran surcos en la tierra, 
el alba meció sus hombros 
en largo perfil de piedra.
     ¡Oh, ciudad de los gitano
La Guardia Civil se aleja 
por un túnel de silencioso
 mientras las llamas te cercan.
¡Oh, ciudad de los gitanos
¿Quién te vio y no te recuerda? 
Que te busquen en mi frente. 
juego de luna y arena.  













































autógrafo

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