Hace más de un siglo que nació y casi medio desde que este monstruo alimentado por las aguas de Ruidera falleció para siempre.
Pero olvidaron enterrar el cadáver. Nosotros nos hemos metido en sus entrañas.
Desde muy antiguo, desde hace siglos, el hombre ha visto en los saltos y corrientes de agua de Ruidera un filón importante del que aprovecharse. En un primer momento, para pescar. Después, para instalar molinos y batanes.
Justo en los primeros años del siglo XX, para levantar centrales eléctricas. Desgraciadamente, con ellas, las Lagunas soportaron los primeros impactos negativos en sus paisajes: no sólo se acapararon caudales y terrenos para uso privado, sino que se rompieron los vasos de casi todas las lagunas para aumentar la capacidad de los saltos de agua, unas veces, y para evitar las constantes inundaciones por las súbitas crecidas fluviales. Dichos daños, desafortunadamente, no se han reparado, y casi todas las lagunas han rebajado el nivel de su lámina de agua en varios metros, debido a la rotura de los diques naturales de contención.
A principios del siglo XX, la energía eléctrica no podía ser transportada de forma eficaz a grandes distancias, por lo que era necesario instalar centrales relativamente cerca del lugar de consumo.
Fue una de las principales razones para instalar centrales en un río tan variable como el Alto Guadiana.
La pobreza de la época recibió estas “fábricas de luz” con las manos abiertas, y no importó que se sacrificaran paisajes y lagunas, pues el turismo aún era inexistente.
Las centrales de Ruidera fueron muy pequeñas. La primera que se levantó fue Santa Elena, entre las lagunas Batana y Colgada. Fue, también, una de las más curiosas, al coger el agua de la laguna San Pedra (casi cuatro kilómetros aguas arriba) y llevarla por un canal de toma que recorre parte del valle, colgado de los cerros a varios metros de altura, atravesando túneles (tres, de 75, 130 y 158 metros respectivamente) y sorteando desniveles con puentes y pequeños acueductos aún hoy en pie.
En su inauguración (1902), el Gobernador Civil de Albacete estableció un caudal de 1.500 l/s. al particular Francisco Rodríguez Sedano.
Tras diversas gestiones, ventas y concesiones, por las que pasaron sociedades francesas y españolas como Eléctrica Centro de España S.A. o Unión Eléctrica Madrileña S.A., esta central y sus terrenos cayeron en manos, finalmente, de Unión Fenosa (hoy Gas Natural).
Después de una producción de 900 KW para suministrar luz eléctrica a poblaciones de Ciudad Real, dejó de funcionar en 1970.Hoy la central de Santa Elena está olvidada, y poco a poco se muere, ahora sin hacer ruido, casi como queriendo pedir perdón por el daño causado al entorno con el que ahora se mimetiza, lentamente, dejándose caer por la gravedad, hasta convertirse en el reflejo de un espejo en el que pocos quieren mirarse.
Muy buena como siempre Julia
ResponderEliminarGracias David
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