Fundación de este cenobio se remonta al año 1174, cuando el rey Alfonso VIII impulsó su construcción bajo el orden del Cister, cediendo el valle a los monjes provenientes del monasterio de Valbuena de Palencia. El monarca puso como condición que el monasterio desarrollara una doble tarea: por un lado debía contribuir a la repoblación de la zona y también debía servir como barrera defensiva ante posibles invasiones. A pesar de no tratarse de un gran monasterio, desde siempre disfrutó de los beneficios de los nobles de la zona y también de la casa real. En el siglo XVII se produjeron algunas reformas y se inició su declive. Fue convertido en priorato, que dependía del monasterio del Monte Sión, de Toledo. Se convirtió en residencia de los monjes ancianos, que se retiraban a este lugar para disfrutar de su clima y de la tranquilidad que se respiraba. En 1821 los monjes fueron expulsos y se refugiaron en Toledo. El cenobio fue vendido a manos privadas, que con el paso de los años lo dejaron en un estado de total abandono y ruina. Del recinto monacal sólo se conserva una parte de la iglesia, la sacristía y algunos muros de las otras dependencias monacales. El templo que podemos ver se edificó en el siglo XIII. Estaba formado por tres cortas naves, formadas por dos tramos. Tenía crucero destacado en planta y cabecera con tres ábsides. Los dos laterales son cuadrados, mientras que el central tiene planta hexagonal.
El tramo más occidental del templo se modificó para adaptarlo como estancias conventuales. Así pues, las naves quedaron reducidas a un solo tramo. Las naves se cubrían con bóvedas de crucería, con los nervios muy marcados. Estos se apoyaban en columnas adosadas a los pilares. Los capiteles que todavía se conservan, son de tipo vegetal y de bella factura.
El lado meridional del crucero se cubrió con una bóveda apuntada.
En este sector se levantaba una torre, de la que todavía se conserva su escalera de caracol.A su lado encontramos un viejo ventanal gótico. Su interior está dividido en dos pequeños arcos apuntado. Rodea el conjunto un guardapolvo decorado con arcos ciegos. Debajo suyo encontramos la puerta de acceso al templo. Está formada por cuatro arquivoltas, rodeadas por un guardapolvo decorado con puntas de diamante. Estos arcos se apoyaban en cuatro pares de columnas, los fustes de las cuales han desaparecido. Si que se conservan sus capiteles vegetales.
Las ventanas del ábside son también apuntadas y están decoradas externamente con dos finas columnas, que sustentan una moldura, rodeada por un guardapolvo decorado con puntas de diamante.En el templo se conservan otras ventanas de bella factura, si bien de menores dimensiones.
Es una pena que lo hayan dejado arruinarse. Un beso.
ResponderEliminarBonita entrada Julia, que recuerdos de las noches allí a la caza del misterio y que pena lo de este país con la conservación de nuestra historia.
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